Escó se extiende por una ladera cerca de la carretera nacional N-240 casi al borde del pantano de Yesa,
al igual que Ruesta (se encuentra al otro lado del pantano también abandonado), sus habitantes se
fueron marchando en la década de 1960 a causa de la expropiación de las tierras
del valle que más tarde fueron inundas por las aguas.
Actualmente Escó tiene la mayoría de sus casas derruidas y
el edificio de la iglesia muy deteriorado.
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